A medida que se van acercando las fechas de Navidad y Año Nuevo suele incrementarse el uso de pirotécnicos, ya sea para uso familiar o comunal. Esto causa preocupación, porque genera contaminación sonora y del aire; y afecta la salud de las personas, especialmente a los niños con habilidades diferentes, así también dañan a las mascotas y a los animales que habitan espacios naturales.
Especialistas del Ministerio del Ambiente (Minam) dan consejos para que en las reuniones por fiestas de fin de año reine el amor y la paz, en armonía con el ambiente.
Cuando un fuego artificial (cohete o una bomba de luz) explota, libera una gran cantidad de partículas, polvos muy finos y gases tóxicos al aire compuestos por colorantes metálicos, toxinas, componentes químicos y humos. Estos contaminantes pueden causar, a corto o mediano plazo, diferentes afecciones a la salud como irritación de los ojos y de la piel.
Su impacto también está asociado a dolores de oído y lesiones auditivas; alteraciones en las vías respiratorias hasta enfermedades más complejas como asma, bronquitis o neumonía.
Estas partículas pueden permanecer suspendidas en el aire durante días, lo que puede afectar a personas con enfermedades preexistentes y a grupos vulnerables como niños y ancianos.
Los residuos de fuegos artificiales no solo contaminan el aire, sino también el suelo y el agua. Los metales pesados como el bario, el estroncio y el cobre, utilizados para crear los colores brillantes pueden filtrarse en el suelo y contaminar las fuentes de agua, afectando a la vida acuática, a los ecosistemas terrestres y a las especies que la consumen.
Los animales, tanto domésticos como silvestres, son especialmente vulnerables a los efectos de la pirotecnia. El ruido ensordecedor y los destellos intensos pueden causarles un alto nivel de estrés, lo que puede llevar a trastornos del comportamiento, lesiones, aturdimiento hasta temblores de cuerpo.
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